Según un informe del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (Rimisp), presentado en agosto del 2017, la población en el sector rural del Ecuador en el año 2015, era de alrededor del 32%*, lo que representa más de 4,9 millones de personas, número importante de ecuatorianos que a pesar de la complejidad de procesos que afronta lo rural en el país y el cambio de paradigma de una sociedad que entiende la acción política de otra manera, se mantiene en el campo y se enfrenta a nuevas formas de vida.
En el primer cuarto del siglo XX se fue imponiendo, cada vez con mayor intensidad, la teoría de que entre el campo y la ciudad no existía una línea gruesa de separación, como se había sostenido históricamente, sino que, por el contrario, la línea era más bien tenue y difusa. Sin embargo, aún se cree que la característica principal del sector rural es la parte agraria, que, si bien sigue siendo muy importante, tanto por la generación de alimentos; como por la mano de obra empleada y las rentas que representa, desde hace dos décadas se le viene prestando progresiva atención a las llamadas “nuevas ruralidades”.
Esta corriente metodológica y conceptual, que nace desde la sociología, antropología y política, se refiere a los cambios operados en las áreas rurales latinoamericanas, caracterizadas por el debilitamiento de la actividad primaria (agro) y por el surgimiento de nuevos modos de vida alternativos. Así, la nueva ruralidad es una visión contemporánea del mundo rural que analiza las relaciones y transformaciones existentes entre las actividades productivas y características sociales del campo frente a lo urbano, en el marco de las nuevas dinámicas económicas, políticas, naturales, culturales y tecnológicas.
En su sentido analítico, el concepto de nuevas ruralidades muestra la importancia de los fenómenos alternativos a la ruralidad tradicional y que, en general, aluden a la denominada desagrarización. En su sentido aplicado, las nuevas ruralidades se refieren a las propuestas de intervención de las políticas públicas, con objeto de lograr un desarrollo rural sostenible y el reconocimiento del papel de los actores sociales y de sus identidades colectivas.
Actualmente el mundo rural se ve como el ámbito en el cual se desarrollan múltiples actividades económicas y sociales, a partir de los recursos naturales y de los diferentes pobladores que allí se encuentran. Se han buscado soluciones de explotación justa y sostenible de los recursos ecológicos, en el momento actual atravesamos nuevas formas de habitar el espacio rural, nuevas formas de vivir el campo, en una forma de regeneración ecológica, tecnológica y social.
En las nuevas ruralidades se habla de la difuminación prácticamente total de las tradicionales barreras conceptuales y funcionales campo-ciudad. No es solamente que las tecnologías de la información y las nuevas vías de comunicación hayan acercado como nunca antes estos dos mundos, sino que los propios colectivos, las propias personas —y muy especialmente los nuevos pobladores— pertenecen, simultáneamente, a ambos mundos.
En el mundo rural se habla de nuevos proyectos y actitudes, nuevos valores, nuevas formas de organización social que, en algunos casos, emergen casi de la nada y, en otros, se han reforzado precisamente gracias a los cambios económicos, sociales y culturales provocados por las crisis económicas.
Hablar de nuevas ruralides en Ecuador, es complejo, cuando según el estudio del Rimisp, se presenta una baja tasa de crecimiento en la población en la categoría de 14 a 24 años de edad, lo que sugiere que aún es alto el desplazamiento de la zona rural a la urbana. Según informe del Rimisp, el 63.6% de los jóvenes del área rural ecuatoriana se encuentra en situación de pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), mientras que el 27,1% se ubica en pobreza extrema. El desempleo dentro de la juventud rural llega al 10% y hasta el 75% entra dentro de la categoría de empleo inadecuado, lo que demuestra que la situación de desigualdad frente sus pares urbanos es notoria*.
El Consejo Nacional de Gobiernos Parroquiales Rurales del Ecuador (CONAGOPARE), busca que los Gobiernos Parroquiales Rurales tengan capacidad de gestión y administración de recursos para la ejecución de obras, por lo que se necesita primero una redefinición de los conceptos de las parroquias rurales tanto en el COOTAD, como en la Constitución y se redefina sus competencias.
El acceso a los mercados y a los bienes y servicios públicos en general es bastante difícil para una gran parte de los habitantes rurales y por tanto sus posibilidades de desarrollo siguen en desventaja con las de los habitantes urbanos. Los procesos de modernización, con contadas excepciones, han sido lentos o inexistentes. Las asimetrías son cada vez más grandes, entre pobres y ricos y aún existen condiciones de pobreza e indigencia, en cifras alarmantes en algunas regiones del país.
Ecuador ha atravesado complejos procesos políticos, económicos y sociales que han afectado a toda la población, por eso se hace necesario que las políticas públicas garanticen el desarrollo de los pobladores rurales, en base a sus características particulares se procuren al menos en condiciones de vida digna, que implique al menos el acceso a servicios básicos en toda la población rural.
La población rural ya no es sólo la población campesina, como solía aparecer en toda la literatura sobre el tema. Se ha ampliado el espectro de población rural a todos los habitantes, aunque no estén dedicados a la producción agrícola. Es así como la nueva ruralidad reconoce a campesinos, mineros, pescadores, artesanos, empresarios agrícolas y los dedicados al sector servicios.
Uno de los objetivos del CONAGOPARE, es la búsqueda de la revalorización de lo rural, rompiendo el mito de que lo rural solo representa lo atrasado y lo no deseable en una visión de progreso y desarrollo. Buscamos una sociedad que no tenga problemas en reconocer la importancia que tiene vincular las emociones a los lugares, a los paisajes y, en general, a la gestión del espacio público.
En el mundo rural nacen nuevos proyectos y actitudes, nuevos valores, nuevas formas de organización ciudadana que en algunos casos son el resultado de una intensa lucha social encabezada por líderes campesinos que buscan un mejor porvenir para su gente.